15 marzo 2006

Calimocho, whisky, birra, pipermint...

Mientras nuestros vecinos franceses se pelean contra el Gobierno de su país para que los contratos de primer empleo sean dignos, nosotros sacamos las litronas, los vasos de mini (o litro), los cubitos de hielo comprados en los establecimientos "de los chinos", nos plantamos en la calle y exigimos al Ejecutivo de ZP que nos deje beber (emborracharnos) en la vía pública, que tenemos derecho. Con un par.

Este fin de semana está programado un "MACRO-MEGA-SUPER- BOTELLÓN" en muchas ciudades españolas. Algo así como una competición nacional de consumo de alcohol, a ver quién tiene más comas etílicos por metro cuadrado. Sería la medida ideal para medir el número de participantes, como en las manifestaciones.

Pero quizá habría que entender, primero, el porqué de este tipo de "concentraciones alcohólicas". De toda la vida, se ha bebido en este país: el carajillo de por la mañana, el vermut, las cañitas en el bar a media mañana, el vino, una cerveza a media tarde o por la noche... De toda la vida. Salir de cañas o de vinos (según las zonas) es un acto social, de sociabilización, que merecería toda la atención del Ministerio de Asuntos Sociales. Es una manera de convivir que se está perdiendo, fundamentalmente como consecuencia de la subida escandalosa de los precios en las bebidas, ya sean alcohólicas, aguas carbonatadas, infusiones o cualquier otro tipo de bebida, como los cafés (cortado descafeinado 1,40€, me dolió mucho) que se sirve tras la barra de un bar.

Y luego está el temido "garrafón", cada vez más extendido; aspecto que debería controlar el Ministerio de Sanidad.

¿Y se extrañan de que se celebren botellones los fines de semana? A los precios de las bebidas y, a veces, la dudosa procedencia de lo que bebemos, se añade la costumbre, cada vez más extendida, de hacer pagar para entrar en los locales, y al cierre de éstos a horas cada vez más tempranas para este país. Comprando la bebida tú, te garantizas su calidad y te sale más barato. Y, como la calle es de todos, no tienes que pagar.
Eso sí, recojamos las botellas y las bolsas si lo hacemos en la calle, y no convirtamos nuestras ciudades en auténticos vertederos cada fin de semana, que ya están suficientemente sucias.
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Esto no es una alegato a favor del coma etílico. Apenas practico el botellón (no recuerdo la última vez que estuve en uno) e ir a uno de ellos no implica directamente "cogerse una muy gorda".
Por mi parte, prefiero descansar los fines de semana en casa, que bastante ajetreo llevo durante la semana; eso sí, con mi cervecica, mis palomitas, mis pelis y mi sofá.
Pero defiendo que el botellón es una forma de convivencia, de conocer gente, de diálogo, de música... Y es que no se puede pretender que nos quedemos anclados en viejos modelos sociales: las costumbres cambian.
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Sin embargo, más nos valdría salir a la calle por asuntos "a la francesa" e invadir las universidades contra los empleos basura/ becarios/ de prácticas, que mejor nos iría...
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