"¡Dame tu fuerza, Pegaso!"

¡Qué emoción provoca volver a ver dibujos animados de cuando eras más o menos pequeño! Estoy emocionada: me han prestado los 35 primeros episodios de "Los Caballeros del Zodiaco", esa serie maldita que jamás se repuso en las televisiones españolas.

Fue a principios de los 90, es decir, rondaba los 9 ó 10 años y me sentaba todas las tardes a verlos, después del "cole", con el bocata de la merienda. Los nipones nos inundaron con sus caballeros e, incluso, se comercializó el álbum de cromos, que jamás tuve, además de las figuras articuladas.

Resultaban ser unos superhéroes, pero también eran humanos. Éste de aquí al lado es Pegaso, ha recibido entrenamiento durante 5 años en las tierras griegas después de quedarse huérfano (si no recuerdo mal, ninguno tiene padres) y, tras conseguir la armadura del Pegaso después de un largo torneo, regresa a Japón a buscar a su hermana. Pero, para ello, deberá participar en un gran combate del universo. Y ahí que va el tipo.

Quizá resultan violentos. Sin embargo, muestran el sentido de la responsabilidad, de la voluntad, del coraje y de la lealtad; muy propios de un caballero, "de esos que ya no quedan hoy en día", de levantarse del suelo a pesar de los golpes recibidos. Pues como en la vida: que hay que seguir adelante, aunque te hagan daño.

Así pues, por mi parte, voy a invocar la fuerza del Pegaso para soportar, por ejemplo, la "multimierda" (¿verdad, Circe?), entre otras muchas cosas. Ah, y dosificaré los escasos 35 episodios, para disfrutarlos durante más tiempo.

Y es que el mundo es de los valientes, de los que escalan las montañas más difíciles.