31 octubre 2006

Jálogüin

De regreso a casa, me he encontrado con un cadáver, un esqueleto y una mica que no levantaba medio metro del suelo mirándome en el semáforo con cara de Frankenstein (o el moderno Prometeo). Brujas, monstruos y vampiros han invadido las calles y las aulas sin conocer el origen de esta tradición anglosajona, la de Halloween. La víspera de Todos los Santos se ha convertido en una fiesta de caramelos añadida a la tarea de preparar un puente festivo.

El caso es que mañana no pondrán Don Juan Tenorio en la tele y los huesos de santo se quedan como un dulce arcaico comparado con todas las chuches recolectadas por los chavales. Siento que se va perdiendo ese respeto que me daba a mí de pequeña el día 1 de noviembre: la celebración del recuerdo institucionalizado a aquellos que no están físicamente entre nosotros y que continúan durante el resto del año en nuestra memoria.

Halloween... O la vanalización del respeto a la Muerte.

2 comentarios:

Ana Marín dijo...

Yo me quedo con los buñuelos, está claro. ¿Podríamos llamar a esto globalización cultural?

Anónimo dijo...

Y eso te parece Halloween? Yo, en Escocia, por poco me tengo que disfrazar en el curro! Por cierto, aqui llevan celebrando la Navidad desde Septiembre...
Muchos besos